23 junio 2012

Lectura: "El sueño del celta"

Acabo de terminar la obra de Mario Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura, 2010) que cuenta la historia del héroe independentista irlandés, Roger Casement. Según el propio autor, "héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral".

Como siempre después de acabar un libro, me gusta compartir las cosas que más me han llamado la atención. En este caso, hay tres fragmentos que me gustaría compartir.

El primero trata sobre esa resistencia al cambio con la que tienes que luchar algunas veces que te hace sentir como sumergido en miel... todo el mundo parece que está en línea, pero la cosa no acaba de cambiar [recuerdo alguna etapa pasada de mi vida profesional en la que me he sentido así]:
"Todo era así. Roger se sentía mecido en un remolino adormecededor, dando vueltas y vueltas en el sitio, manipulado por fuerzas tortuosas e invisibles. Todas las gestiones, promesas, informaciones, se descomponían y disolvían sin que los hechos correspondieran jamás a las palabras. Lo que se hacía y lo que se decía eran mundos aparte. Las palabras negaban los hechos y los hechos desmentían a las palabras y todo funcionaba en la engañifa generalizada, en un divorcio crónico entre el decir y el hacer que practicaba todo el mundo."
El segundo, es una reflexión del protagonista sobre la idoneidad de invertir en recuperar un idioma perdido:
"... comenzó a preguntarse si era realista, si no resultaba una quimera [...], creer que se podía resucitar la lengua que el colonizador persiguió y volvió clandestina, minoritaria y casi extinguió y convertirla de nuevo en la lengua materna de los irlandeses. ¿Era posible que en la Irlanda futura el inglés retrocediera y, gracias a los colegios, a los diarios, a los sermones de los párrocos y discursos de los políticos, lo reemplazara la lengua de los celtas? [...] Sin embargo, en la soledad de su escritorio [...], se decía que aquél era un empeño inútil. La realidad había avanzado demasiado en una dirección para torcerla [...] y querer renunciar a ello era un capricho político del que sólo podía resultar una confusión babélica y convertir culturalmente a su amada Irlanda en una curiosidad arqueológica, incomunicada con el resto del mundo. ¿Valía la pena?"
Y, el tercero, la reflexión final del propio Mario Vargas Llosa sobre la personalidad del protagonista, del héroe de su obra:
"Lentamente sus compatriotas se fueron resignando a aceptar que un héroe y un mártir no es un prototipo abstracto ni un dechado de perfecciones sino un ser humano, hecho de contradicciones y contrastes, debilidades y grandezas, ya que un hombre, como escribió José Enrique Rodó, "es muchos hombres", lo que quiere decir que ángeles y demonios se mezclan en su personalidad de manera inextricable."
... ¿todavía no me sigues en twitter.com/antonio_ramosga?

No hay comentarios: