[Perdón por la longitud de este post, pero no he sido capaz de hacerlo más corto]
El pasado domingo, en el desenlace final de la 7ª etapa de Pekín Express, tuvimos la oportunidad de ver "en vivo y en directo" dos estilos muy diferentes de competir. Aunque no es un ejemplo empresarial, fue tan evidente que me ha parecido interesante comentarlo: Al fin y al cabo, las empresas las dirigen las personas, ¿no?
Os pongo en antecedentes: El programa había propuesto a los concursantes un jeroglífico que era necesario resolver para poder finalizar la etapa. Jeroglífico cuya solución era algo así como "Para alcanzar la meta, tienes que contar los escalones que hay hasta ella" (no sería muy importante, de no ser porque eran 328, nada más y nada menos). En lugar de intentar resolverlo antes de llegar, todos (sin excepción) se pusieron a subir para luego, tener que bajar y contarlos, puesto que nadie lo había hecho [Primera lección empresarial: Antes de ponerte a hacer algo, piensa, planifica].
Siguiendo con la escena, los primeros en llegar y darse cuenta de que tienen que volver a bajar son la pareja que denominaremos 'Asistentes-de-vuelo'. En su bajada, se cruzan con los segundos, la pareja 'Padre-Hija', quienes extrañados, preguntan y solo obtienen un "nos hemos dejado algo abajo", aunque pronto descubren que lo que se han "olvidado" es de contar los escalones. Evidentemente, en su bajada se cruzan con los 'Asistentes-de-vuelo' que vienen subiendo y ya contando los escalones. Y aquí es donde empieza la parte ilustrativa.
El padre pregunta a los asistentes de vuelo cuántos escalones llevan a lo que le responden: "No lo sé". Podéis pensar: "Lógico, si quiere saber los escalones que hay que baje y se lo curre, como han hecho los primeros". Bueno... es una opción, pero sigamos con la situación real.
La pareja 'Padre-Hija' debe volver a bajar y cuando vienen subiendo, debido al agotamiento del padre, son alcanzados por la tercera pareja ('Profe-Alumno'). ¿Y qué creéis que hace el padre entonces? Muy sencillo, ante el estupor de su hija, les informa de que aunque lleguen a la cima, si no han contado los peldaños, les tocará bajar para contarlos. ¿Es gilipollas o un Santo? No lo sé, vamos a ver como acaba.
La pareja 'Padre-Hija' llegan en segundo lugar a la cima y se equivocan en el número de escalones. Increíble, pero cierto. En ese momento, su desesperación es total, pues dado el agotamiento del padre no se pueden plantear volver a bajar y subir... ¿qué pasa entonces? Muy sencillo, la tercera pareja llegan también a la cima y en agradecimiento al gesto anterior del padre, les informan del número correcto de escalones, a cambio de que les cedan su segundo lugar... ¿Lecciones?
Para mí, una muy clara, "no siempre los juegos son de suma cero", no siempre es yo gano - tu pierdes, aunque desgraciadamente, la situación habitual que nos encontramos en el mercado actual es ésa... Hago lo que haga falta para llevarme el proyecto (rebajo el precio de manera increíble, acepto alcances o metodologías abocadas al fracaso, lo que sea...) con un solo objetivo: Yo gano el proyecto - tu no... aunque en realidad todos pierden: Tú porque haces un proyecto a un precio ridículo, el cliente porque el resultado no es el que deseaba y la competencia porque no ha hecho un proyecto para el que estaba mejor preparada, aunque su precio fuera mayor... Lo siento, pero así no juego, no todo vale.
Ya sé que no llegaré lejos en el mundo empresarial, o al menos, no en el tradicional, pero no me importa...